viernes, 22 de mayo de 2015

SUELTA LA CARGA

Hebreos 12:1 (RVR1960) “despojémonos de todo el peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” 
En los supermercados y aeropuertos existen carritos o carretillas para cargar el peso que acarrea la comida o las maletas tan pesadas que llevamos para un viaje o en el caso del mercado los alimentos para el hogar.

El objetivo es simplemente hacer liviana nuestra carga. Sin embargo, hay peso que se deben “botar” o deshacerse de ellos y esos son los pesos de que se pueden llevar en la mente o en la conciencia.

Esa pesada carga que consiste en todo aquello que nos impide desarrollar debidamente nuestra vida cristiana. Este peso se presenta en distintas formas, las que con más frecuencia nos pueden llevar a son las siguientes:
  • Baja autoestima. 
  • Actitud derrotista.
  • Sentimiento de rechazo.
  • Perfeccionismo. 
  • Temor al fracaso. 
  • Desidia. 
  • Carencia de dominio propio. 
  • Falta de concentración. 
  • Actitud negativa. 
  • Desconfianza. 
  • Indecisión. 
Con el que más debemos lidiar es “el peso del pecado que nos asedia”. No se trata del pecado en general, sino de “el pecado”, una debilidad en particular con características específicas, que constantemente nos acosa personalmente. Ejemplo: mentiras, codiciar lo que no tenemos, levantar falso testimonio o aceptar que hablen mal de tu prójimo, así entre otros pecados o debilidades que dejamos pasar, porque decimos o nos dicen: “eso le pasa a todo el mundo”.

¿Qué deberíamos hacer?
  1. Admitir que tenemos cargas gravosas en nuestras vidas y pedir al Señor que nos ayude a despojarnos de ellas.
  2. Esforzarnos por deshacernos de los pecados que constantemente nos causan tropiezos.
  3. Aceptar honestamente nuestra responsabilidad personal por toda esa carga.
  4. Decidir definitivamente a confrontarlo, sometiéndonos conscientemente al precepto bíblico que nos exhorta diciendo: “despojémonos de todo el peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12.1).
Y No confiar en nosotros mismos, sino en aquel que dijo que estaría con nosotros hasta el fin del mundo (Mateo 28:20) y que aprendiéramos de Él, que venció el mal (Juan 16:33): Jesucristo.

Hebreos 12.2: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,” Hebreos 12:1 (RVR1960)

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