Lunares
Hermosos
Primero de
4
Su dolor
tiene una razón, así como el dolor de Jesús tuvo una razón. Dios te da la oportunidad de que testifiques
con tu historia de manera que ni te imaginas.
Él quiere transformar tus cicatrices en lunares hermosos que marcan tu
victoria.
Todos témenos
cicatrices
Yo tengo
cicatrices, corren por mi cuerpo como mapas de carreteras. Son recuerdos de antecedentes
que cambiaron mi vida para siempre, aunque con cirugías se arreglaron, aunque hubo
otras que todavía saldrían de la memoria sino hubiera sido por Jesús y su amor
por nosotros.
Las
cicatrices son evidencia de heridas.
Aunque mis
rodillas, hombros y tobillo lleven esas cicatrices causadas por deportes, son
las cicatrices de nuestro corazones y alma las que nadie puede ver. Si eres
como yo hermano o hermana a quienes he conocido durante los últimos años puede
ser que estés viviendo con esas cicatrices internas.
- Tal vez haya sido algo que un padre te dijo, hizo o nunca te dijo
- Una traición de un amigo o amiga
- Una promesa que tu esposo o esposa no te cumplió
- Un sueño quebrantado por un jefe de trabajo, coach o un líder espiritual a quien un día admirabas
- Un mal entendimiento entre vecinos o compañeros de negocios
- Algo que no esperabas, pensabas o que ni puedes mencionar
No importa
si ocurrió ayer o hace ya 20 años, todavía duele. Prefieres no visitar el tema de ese dolor,
aunque ha dejado una cicatriz cual es imposible de borrar de tu memoria. Sale cuando menos te lo esperas y brota,
aunque trates de superarla, recordante que ya no eres una persona completa.
Sufriste
herida
Las
cicatrices son recordatorios de las heridas que hemos sufrido. Traen a la memoria las traumáticas
experiencias que preferiríamos olvidar.
Sabemos que las cicatrices son feas.
Por esa razón queremos alterarlas, minimizarlas, o esconderlas. Pero,
aunque usemos las mejores cremas en el mundo, esas cicatrices nunca se borran
completamente.
La Buena
noticia es que Dios quiere transformar esas cicatrices en tu corazón herido en
lunares hermosos. Él puede usar esas cicatrices para bendecir al mundo. Los lunares son cicatrices que Dios ha
convertido a propósito. Son recuerdos de la redención de Dios de lo que hemos
sufrido y que nos sana de adentro hacia afuera. Tal vez tu corazón este sangrando
ahora y el ser sanado parece imposible.
Confía en que Dios quien te creo, te ama y puede sanar todos los lugares
heridos.
Salmos
34:18 y 147:3
Ptr. David J. Barberis
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