viernes, 29 de diciembre de 2017

El regalo del dolor

El regalo del dolor
3ra parte de 4

Años atrás los que jugábamos deportes profesionalmente antes desarrollábamos muy alta tolerancia al dolor que sentíamos por miedo de perder nuestro empleo ya que siempre existe otro u otra detrás de nosotros quien quieren esa posición y si descansábamos o teníamos tratamiento la mayor parte de las veces éramos reemplazados y más que menos ese reemplazo significaría el retiro.  Escribo esto porque estoy agradecido porque hoy comprendo que Dios nos ha regalado el dolor.  El dolor nos avisa que existe un problema, el dolor es nuestra lucecita que nos avisa en el carro que chequemos la máquina, y que es hora de que tomemos acción y una señal que nos protege de un posible peligro y que investiguemos la causa del mismo dolor.

Desafortunadamente Podemos llegar a pensar que el dolor es un castigo o una maldición.
Dios nos promete que no existirá más dolor o lágrimas en el cielo, llevándonos a concluir que el dolor es malo.  ¿Que si pensáramos en el dolor como un regalo?  Dios tejió la experiencia de dolor en el tejido de la humanidad para darnos señales, para que continuemos a regresar a Él, y para que reconozcamos que necesitamos su ayuda. (¡Es por eso por lo que no lo necesitaremos allá en el cielo!) El dolor nos regresa a los límites protectores de Dios.  Salmos 119:71 nos dice “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.” Nada nos llama la atención como el dolor.

Si has tenido que visitar al doctor porque sufres de algún dolor, sabes que el primer paso en el proceso de sanación es identificar que te duele y por qué.  Si vamos a ser sanados, tenemos que llegar a la raíz del problema.  En otras palabras, el dolor es el comienzo de la sanación. El ser sanados no significa que el dolor se erradica completamente.  Puede ser que crezca a ser una razón.  De manera igual el dolor es un regalo.  Intentado para avisarnos y mantenernos protegido de más daño. El problema es que muchas veces nos concentramos en el dolor como si solo fuera “un dolor,” y nos fijamos que en realidad nos puede ayudar.

Yo sufro de dolores constante.  Tal vez tu también. Todas las mañanas me despierto con dolores en mis manos, y en mis rodillas.  Esto me recuerda de cuanto necesito a Jesús para poder travesar el día.  La verdad siendo que mientras mas dolor siento, mas hablo con Jesús. Muchas veces le pido que venga a mi rescate y me llene de fuerza y coraje en este día.

El dolor es lo que nos indica que necesitamos sanación.

El dolor es importante. Es importante para Dios, y debe ser importante para nosotros.

Pero como esos atletas de años atrás la tentación es de ignorar el dolor.  Nos convencemos nosotros mismos, que lo podemos manejar.  Ya se ira el dolor.  Si eres el hermano o hermana mayor y uno de tus padres fallece, tal vez tengas que esconder el dolor con motivo de mantener la unión familiar.  Hermanas si su esposo sufre de adicción a la pornografía o te engaña, ignoras ese dolor justificando que muchos matrimonios enfrentan esas situaciones.  Pero cuando ignoras el dolor, en realidad le estas dando más poder.

Hermanos y hermanas, ignorar el dolor no es ser fuerte.  Eso te lleva a sufrir peores heridas.  Aunque nuestros cuerpos hayan sido diseñados por nuestro Padre a la perfección, nuestras cicatrices necesitan atención y cuidado.  Pídele a El mejor doctor que existe, Jesús, que te sane de todo dolor y cicatriz.  El paso dolores para que nosotros fueramos salvos, aceptale!



Ptr. David J. Barberis

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